4 de diciembre de 2015



Llega diciembre y me encuentro invadida por la nostalgia del año que se va y al que le quedan poco menos de 30 días, empiezo con los balances y planteos, los recuerdos de pequeñas situaciones y las sensaciones, con toda sus fuerzas, que me generan al recordar.
Vienen a mi mente los miedos del diciembre pasado y ante los que hoy sonrío con cierta vergüenza.
Se me llena la memoria de nombres, miradas, pequeños comentarios al pasar y largas charlas.
Siento, cada diciembre, que se hace formal el hecho de que lo vivido, vivido está, el tiempo no vuelve atrás y solo resta vivir el hoy y esperar lo que vendrá.
A eso, creo yo, se debe mi nostalgia, al saber que lo único que me queda del año que se termina son las enseñanzas, los recuerdos y esos destellos de sentir al recordar.