La
vida corre y él la ve correr desde el fondo del terreno, mate en mano o tabaco
en boca.
Y
la gente corre, desespera, vive a cuenta, desperdicia momentos, desvaloriza lo
importante y lucha por lo pasajero, se enferma, desaparece. Y él los ve, desde
el galpón a luz tenue, con la radio prendida y la tiza lista para anotarse en
algún rincón lo que llame su atención y considere que merezca ser recordado.
Él
relativiza el tiempo tanto como dura una tarde de sol a la sombra de la palta
mientras los semáforos se llenan de bocinas que se quejan porque el rojo no
cambia suficientemente rápido o la señora está cruzando muy lento, personas
corriendo, maletín en mano cargado de 'cosas importantes', sin pensar en más
que cumplir, resolver, y terminar.
¿Terminar
qué? ¿Ese trabajo pendiente? ¿El camino de vuelta a casa? ¿La comida para la
cena?
Entonces,
¿Cuál
es la vida misma?
De
repente, el domingo, el escenario de la previa al asado se reproduce en cámara
lenta. Y hay tiempo para sacar conclusiones y filosofar un rato, y pelear y reír,
y prender el fuego, picar algo mientras va estando la carne, 'hacer tiempo'
hasta que llegue el resto de los invitados...
En
el galpón las cosas de siempre, en su cabeza la misma gorra, en su
muñeca ese reloj con más años que yo y en su cara alguna que otra arruga nueva
que permite sospechar que el tiempo también pasa por allá.
Cuasi
eterno lo percibo, lo veo y pienso en el transitar de sus días, en el contraste
de ritmos de vida, en su presencia ante tanta ausencia, en el interior que
cultiva y el exterior que cuida cual templo sagrado con sus rutinas estudiadas
y sus yuyos aliados.
Como
si llegara siempre a la hora de tomar el té ante un sombrerero peleado con el
tiempo llego de visita y admiro absorta su ritmo lento, persistente resistiendo
el andar de esta modernidad líquida que nos arrastra en la corriente del día a
día.
Y
creo entender de repente que eso es la vida, nadar un rato en la corriente y
poder salir mojada a tomar unos mates con el Titi viendo el rio seguir su cauce,
hasta que toque volver a zambullirse.