10 de noviembre de 2016


Se acostumbró a disfrutar de esas situaciones excepcionales que tienden a ser frustrantes o frustadas. 
          A encontrar en el hecho de que las cosas no salgan como suponía que debían salir cierta mágia,
 un toque especial. 
Comenzó a admirar la fuerza propia de los hechos, 
esa que tiraba hasta ganarle a voluntades necias que suelen creer poder salirse con la suya.
A vivir y sentir la frustración de esa voluntad 
con todo el placer con el que abría un libro y preparaba un café cuando de repente se largaba a llover ese día de sol que ya tenía planes al aire libre. 

10 de septiembre de 2016



Más o menos 10 años.
Los conocí prácticamente al mismo tiempo.
No se sus nombres. Convengamos Juan y Pedro.
Estaba sentada en un banco de plaza de cara al semáforo que une calle Oroño con Pellegrini.
Juan cruzó mi campo de visión a paso apurado, con su mochila llena en los hombros y vestimenta deportiva, impecable. Mientras lo seguía con la mirada me encontré con Pedro, a través de las oscuras ventanillas de un BMW, polarizadas y en alto.
Me llamó la atención por que gesticulaba con la mano que le quedaba libre mientras sostenía una caja llena de turrones. Y también, por que estaba a mitad de la calle, caminando entre los autos como quien esquiva personas en la peatonal un sábado a la tarde.
Me llamó la atención por que ya me la había llamado Juan.
Por que juntos eran un cuadro fuerte de observar si se le dedica la atención que merece.
Me fue imposible evitar que mis pensamientos vuelen imaginando sus vidas.
Pensaba en el lindo departamento (o casa quizás) al que llegaría Juan a merendar, donde alguien le preguntaría que tal iba su día y le revisaría las tareas. Sentía que prejuzgaba al asignarle tan inmediatamente una vida feliz y llena de cosas pero era solo una cuestión imaginaria. Se estaba comportando como un niño promedio. Y yo solo estaba usando en mi mente la imagen de niño promedio, la comparación. Con Pedro todo era distinto. Intentaba calcular cuantos turrones más tenía que vender hasta volver a su casa. Me preguntaba donde quedaba esa casa. Quienes lo esperaban allá. Como vivía (o sobrevivía).
La verdad es que los siguientes transeúntes tuvieron una actitud más compasiva que ese BMW y si bien no todos accedían a darle alguna moneda o comprarle un que otro turrón por lo menos le contestaban cara a cara y con gestos de lamento.
No se que tanto le sumaban estos gestos a ese Pedro impaciente que saltaba del cordón cada vez que la luz roja se lo permitía pero debo reconocer que mi corazón dolía un poquito menos con cada uno de estos.

Este encuentro es uno más de los tantos que me convencen de que todo es una mierda en cuanto que tenemos un país enormemente rico pero poco equitativo, que las oportunidades y los futuros (de esos que valen la pena un poco) se reparten entre algunos y los demás la reman con lo que les toca, como pueden, siendo lo que son y luchando hasta con eso mismo.
Encuentros que hacen que intente no juzgar.
Encuentros que me hacen entender un poquitos más y a su vez muchísimo menos.

1 de agosto de 2016


Con el tiempo y el aumento de títulos en su lista de leídos fue creciendo, acompañada de la vida misma, de los hechos reales, pero también de esas historias que la transformaban por momentos en seres distintos, en ideales de aquellos escritores que admiraba o le generaban curiosidad. 

Le gustaba poder conocer o interpretar quien era y que quería decir el autor, casi tanto, como imaginarse personajes y descubrirlos lentamente.
Le encantaba tener a disposición todas sus cartas, no podían ocultarle nada, estaban desnudos ante su lectura y sin embargo sentía como la desnudaban. 
Cada vez que se identificaba con un rasgo particular, un gesto o actitud estaba expuesta y al mismo tiempo atraída intensamente por esa semejanza.
Incluso adoptó ciertos vicios, podría decirse, de la "profesión" y solía estudiar a las personas con las que se cruzaba, intentaba encontrar la descripción detrás de cada mirada, la puerta de acceso, los actos que dejaran en evidencia lo más profundo de su ser.

No todo libro llegaba a ella de la misma forma pero de aquellos que llegaban guardaba dentro la nostalgia que genera un recuerdo pasado, el aprendizaje consecuente a cualquier vivencia y un cariño extraño por esos personajes que descubrió y por los que se dejo descubrir. 


Convirtió la lectura en parte de su vida. Y su vida en una constante lectura.

29 de julio de 2016


Iba de regreso a casa, concentrada en la reflexión que tenían mientras caminaba. 

De repente,                 el ruido de pasos cortitos al trote y risa de niño llamaron su atención. 

Bajó la vista y cruzó una sonrisa pícara que se movía rápido seguida por una madre que miraba con dulzura y simpatía.

El pequeño frenó sin previo aviso y dando media vuelta  gritó: "Mamiiii, voy a subir por el puente*!".


La escena quedado atrás en seguida para ella que seguia su camino pero una extraña sensación mezcla de gracia y empatía la invadió.
Sus recuerdos cobraron vida y ese día, allá, todo fue juegos y niñez. 


*Puente: rampa de entrada a un edificio.
 
Había cierto magnetismo que crecía exponencialmente, alimentado por el conocerse, por la comodidad de ser libre de ser, de vivir protaginista en obra de guión propio. 

Sin embargo, manteniendose fiel al origen de su existencia, inevitable se hacía el planteo. 
¿Qué tan alto era el costo que traía la construcción de este mundo, su mundo? 

Y de este interrogante, puntapié a la desesperación, nacía una catarata de preguntas, tan difíciles de responder como ambiguas resultaban sus respuestas. 

Debate que fue centro de encuentros pasados, presentes /y futuros/, foco de charlas sin fin. 

Surgian entre tanto que intentar resolver, más intrigas. Algunas nuevas, otras recicladas, muchas recurrentes acosadoras y enemigas del sueño 
que quizás, solo quizás, algun día, lleguen a convertir en paz.

22 de julio de 2016


Y hablábamos de ese mismo nosequé imposible de explicar, entendiéndonos entre palabras cortadas al sentirlas erradas en bien comenzaban a salir de nuestra mente a la boca, tartamudeos, gestos y miradas.

Hablábamos de esa conexión casi instantánea, química especial, que surge con ciertas personas a los pocos segundos de conocerlas. O que, a veces, se demora pero algo despierta la complicidad y una vez que se instala, ya está, no se va.
Esa intriga profunda por descubrir de quien se trata, cierta ansiedad medio nerviosa y la inseguridad que genera el sentirse raro y no querer demostrarlo por temor a que el otro se incomode por no compartirlo.

Hablábamos de sentir que encontramos una de las figuritas difíciles del álbum, el rayito de sol que se escapa entre nubes en un día de frío, de ese suponer que podrían surgir del conocernos largas charlas interesantes o simplemente momentos constructivos, y la admiración que aparece a lo que el otro puede ser/dar. 
Como tomar un libro entre muchos, sin demasiadas expectativas, y que la parte de atrás te genere terribles ganas de leerlo, como si fuera la promesa de que será especial.

Hablábamos de que nos acostumbramos a buscar entre tantos a esas personas especiales, de cuanto valoramos esa brisa de verano que sentimos al encontrarlas. 
De lo difícil que es enfrentarse a un mundo tan lleno de gente pretendiendo ser normal mientras mata su muchosidad, o que, simplemente, es "normal".

15 de junio de 2016

 
Buscó la forma de encontrarse con mayor frecuencia.
Ya no pasaba desapercibida. 
Con justificativos que no justificaban creó a su entorno una imagen de involuntariedad.
Solo pasaba.
Había que aceptarlo así, era parte de ella.
Algunos notaban la trampa, veían la decisión donde otros reían por el "sin querer" de la cuestión.
Con esos que veían más allá intentaba controlarse pero de tanto ir y volver sentía que, así como cada vez llegaba con más facilidad, costaba más el regreso.
Entrenaba en este ejercicio de alternar y entrenaba también la imagen al resto, su disfraz.

Tenía un escondite secreto, todo era cuestión de estrategias, siempre podía ir pero, también, era muy fácil perderse.

21 de mayo de 2016

 
Se encuentran de a ratos, generalmente durante una caminata en soledad, en esas noches sin promesas o tardes con sol escondido. A veces, en escapadas apresuradas durante una charla que se vuelve por demás de larga, o, cuando es preferible  irse antes que pelear. 

Son cómplices y enemigas mortales. 
Son a la par y por separado.  
Son más que dos y una sola. 

Y a puro acuerdo y contradicción se las arreglan para convivir.

10 de mayo de 2016

Hoy, estábamos terminando, como cualquier martes o jueves, la recorrida (en la que miembros del movimiento solidario rosario repartimos comida y algo calentito para tomar, por Pellegrini, para quienes por allí se encuentren y lo necesiten, a demás de distintos tipos de donaciones que conseguimos en base a lo que nos piden) cuando llegamos a la plaza López en la que Jorge siempre nos espera para recibir su bandejita. Hoy estaba también Emilio, quien entre apuros nos hizo un par de señas y salió corriendo. Ante esto mis compañeras reaccionaron diciendo que debía estar buscando las flores que les había prometido la vez pasada. Dicho y hecho llegó en seguida con 4 flores en la mano y una sonrisa enorme que perdió firmeza al notar que éramos más chicas de las que esperaba, frenando sus lamentaciones nos repartimos las flores y una vez solucionado esto, recibió el bolsito que teníamos destinado para él.
Con un entusiasmo desbordante suelta "¡Pero yo con esto soy como Gardel con guitarra eléctrica!" incluso antes de abrirlo para inspeccionar.

Desde mi lugar yo lo observaba, admirada de su felicidad y exceso de buena onda, conmovida por como valoraba cada pequeño detalle con una emoción propia de un niño, al rato nos fuimos entre despedidas revolucionadas de agradecimientos mutuos, nosotras contentas con nuestras flores y el con sus cositas nuevas.

Yo llegué a mi casa, desde donde pienso en él y su lindo gesto pero, él para donde fue? Cuanto frío pasó durante el día? Que tanto servirá esa frazada que acabamos de darle en donde sea que tenga que intentar dormir? Cómo será su vida? Más allá de las respuestas a todas estas preguntas el se tomó un segundo y tuvo un gesto hermoso, se robó 4 sonrisas y disfrutó de lo que le ofrecimos como si se tratara de un lujoso regalo.
Con esto quiero llegar a que, si él pudo y puede, podemos todos.

Romper la barrera que hay entre el otro y uno es mucho más fácil de lo que parece, una vez que se cruza la puerta de los prejuicios propios, el otro está ahí, a veces ansiando ser escuchado o por lo menos no ser maltratado.

Otro señor, la semana pasada, respondía a una de las chicas que le comentó que lo había visto y saludado por tal lugar: "Ahhh, sí, eras vos! Yo te saludé como sorprendido porque yo les voy a decir una cosa, se que hoy las mujeres tienen miedo y yo soy un negro fiero por fuera pero por dentro mi corazón es bueno, cuando vi que me saludó no me lo es
peraba, me dejó sorprendido".

Un simple "Buen día!", una sonrisa al pasar, una contestación amable, pueden repercutir muchísimo en el otro. Por que no todo es tan simple como nos gusta pensar y nadie esta pidiendo en la calle porque quiere.

La vida puede cambiar en un segundo para cualquiera y nunca sabemos qué es lo que nos espera pero, mientras tengamos todo, nunca esta de más mirar para un costado y pensar un segundo que quienes ahí se encuentran son personas, grandes, enfermas, niños, gente educada por la vida a los golpes, con enojos entendibles y rencores contra este mundo en el que mientras a muchos les sobra a otros les falta tanto.

Yo me siento afortunada porque cuando llego a mi casa de la recorrida siento que recibí más de lo que dí, que me traje miradas de esas que llegan en serio y profundo, sonrisas sinceras, algunos abrazos fuertes y otros tímidos llenos de vergüenza, alegría y agradecimiento por cosas simples que me recuerdan que realmente es muy poco lo que hace falta para ser feliz y lo agradecida que tengo que estar de tener todas las oportunidades que tengo.
 
Miremos más allá de nosotros mismos que hay un mundo a nuestro alrededor.

16 de abril de 2016










Cumpliendo en estos días el primer mes como miembro del movimiento me encuentro pensando en alguna experiencia vivida para contar o algo que decir al respecto...
inmediatamente se viene a mi mente el minuto cero, cuando, caminando a paso apurado por Pellegrini, ya a punto de llegar a la esquina en la que había quedado determinado el encuentro con el grupo, me interceptó una nena, chiquita, de unos 4 años, pidiéndome "una moneda". Dándome cuenta en ese momento que había agarrado todo lo que debía llevar menos la billetera le dije que no tenía nada, probablemente sufriendo más yo que ella por la respuesta a la que se debe enfrentar mil veces por día.

Llegué a la esquina de "La Gallega".

Pensativa miraba a quienes estaban sentados en la puerta cuando levantándose de golpe todos los nenes y nenas se abalanzaron sobre un grupito que se aproximaba cargado de cajas, mochilas, termos y sonrisas al verlos.

A los pocos minutos y casi sin darme cuenta ya estaba rodeada yo también, con una lista de preguntas que responderles mientras me hacían un par de trenzas en el pelo.

Entre ellos estaba Natasha, esa nena que me había pedido una moneda hacía 10 minutos.

En ese momento, sin entender mucho, todavía, de como funcionaba todo, me sentí más segura que nunca de que quería ser parte. Quería hacer algo por ellos, no solo darle esa moneda al pasar para sentirme mejor conmigo misma por los siguientes 10 minutos hasta olvidarla.

Durante la recorrida, esa misma noche, entre charlas me contaron la historia de un señor al que ayudaron para que consiga trabajo manejando un taxi.
Él solía vivir en la plaza pero ahora ya estaba instalado en una pensión y, siempre que podía, los ayudaba con su taxi llevando las viandas de comida desde donde se hacen al punto de encuentro de la recorrida.

La historia me dejó fascinada, llegué a mi casa a contarla y mientras más la repetía más emoción me generaba.

Si me preguntaban hasta ese momento porque quería sumarme a hacer lo que hacemos con los chicos, solo podía contestar que se trataba de una necesidad inexplicable. Por momentos ni yo le encontraba un sentido, pensando que "en un mundo tan grande y lleno de problemas que puedo cambiar yo en dos veces por semana".

Después de un mes me di cuenta de que todos tenemos un potencial inimaginable, la posibilidad de cambiar el mundo para alguien mas con pequeños gestos que se vuelven enormes y el hecho de poder marcar la vida de, aunque sea una persona, torcer su rumbo y ayudar a que su día sea un poquito mejor, justifica para mi y, creo yo, que para todos, el esfuerzo y tiempo dedicados y es el motor para seguir, ese porqué hacemos lo que hacemos.

Noté en mis compañeros, al escucharlos contar esta y otras historias, el orgullo y la emoción que sentían, historias en las que dejaron una huella permanente y que seguramente recordarán para siempre.

Esto es lo más lindo que encontré en las recorridas: la simpleza de sentirnos bien nosotros ayudando a que otros estén mejor.

6 de abril de 2016



04/1937 - 04/2016

Y de repente la rutina cotidiana se interrumpe.

Hoy era día de cumpleaños en la familia. Ella llegaba a sus 79 años, tendría que haber llegado.

Como guión digno de un Poe o  Lovercraft cualquiera este día se desarrolló de la peor forma posible.

Hoy era su cumpleaños.

El pasado que usé ya dos veces escribiendo da las primeras pistas.

ERA su cumpleaños.

Todos esperaban que así sea menos ella, que, solo esperaba a ser encontrada. En realidad, ya no estaba.

Y el cumpleaños se llevó a cabo en la sala velatoria. Y los regalos se quedaron sin destinartario. Y los sandwichitos que había pedido llegaron en mal momento. Y la torta se quedó sin velitas que soplar.

Y de repente ella ya no estaba. Anoche se sentía mal, fue al baño y no volvió.

Y nunca cumplió 79.

Y su cumpleaños ya no fue su cumpleaños.

Se fue a encontrarse con el, que la esparaba ansioso para que lo rete y pelee. 
Se fue a verlo después de tanto extrañar. 
Se fue lejos del dolor. 
Se fue inesperadamente.
Se fue dejandonos un "que los cumplas feliz" atragantado y muchas preguntas sin respuesta. 

Se fue y solo queda de mi parte pensar en un adiós lleno de recuerdos como humilde homenaje al hecho de haberla conocido.

21 de febrero de 2016


03/1916 - 03/2015

Ella es como esos libros que llegan profundo y dejan ganas de hacer que otros los lean, esos libros que se agarran siendo alguien y te cambian en el proceso, que llegan más allá de donde va cualquier historia pero son tan personales y únicas las experiencias que no podes compartirlas con casi nadie.

Ella era un viaje a otro mundo, un manojo de enseñanzas.

Ella se fue, dejando atrás una hermosa historia para quienes la leyeron, pero, como en cada libro de esos, dejó la nostalgia de haberse terminado y el vacío que genera no encontrarlo en la mesita de luz para en algún momento del día echar un vistazo a las hojas con entusiasmo.  

Hoy, ella es lo que dió y esa sonrisa que sale sin pedir permiso cuando la recuerdo. 

27 de enero de 2016


Convivencias en determinadas circunstancias con quienes no suelo convivir me abren un mundo de posibilidades, combinaciones infinitas entre personas, ver eso que normalmente se limita al entorno en el que paso todos mis días.

Vacaciones, eso ayuda, pero hay esencias que perduran.

Me encontré sintiéndome encantada al presenciar miradas profundas que transmitían dulzura, un amor que podría haberme parecido de lo mas normal a no ser por lo extraordinario que fue al notarlo entre personas que conviven, familiares de primer grado. Pequeños gestos que hubiera pasado por alto, una caricia, una sonrisa, un algo que se sentía en el ambiente cuando se conectaban entre si.

Algo completamente mágico.

Y descubrir que existe ese algo tan puro entre personas es un aire de esperanzas al mismo tiempo que se convierte en condena diaria porque hay que volver a casa... Y más allá de que con este me llevo bien y con aquella peleo, más allá del roce entendible, en casa nunca ví esas miradas, en casa nunca sentí la armonía que producen seres que se conectan.

10 de enero de 2016

Esos artistas callejeros que interceptan con valentía momentos ajenos me generan un cierto grado de admiración. 

Mientras algunos ignoran, otros se quejan del ruido y el resto, sin dudas los mejores, se enganchan con sus canciones y los acompañan, yo los miro atenta pensando. 
Pensando en sus vidas, particularmente los últimos, por ejemplo, eran venezolanos. Pensando en que hizo que lleguen a donde estan y sean quienes son, si la recaudación de esa gorra será el dinero con el que cuentan para vivir y cubrir todos sus gastos. Pero sobre todo pienso que no es un trabajo cómodo, tampoco valorado, pero que lindo es encontrar personas que en estos días resignen comodidad y grandes reconocimientos por hacer lo que aman hacer, eso que les genera disfrute más alla de los resultados. 
En estos días en los que cuando decidimos que hacer siempre nos cruzamos con esas carreras a las que nuestro inconciente y las palabras de quienes nos rodean responden "te vas a cagar de hambre".

Desde chica me da ganas de gritarles a todos los osan usar esa frase, incluyendo, a veces, las ganas de gritarme a mi misma por el solo hecho de pensarlo. 


Pero que se yo, después aparecen ellos, y la sonrisa que encontré en sus caras mientras "trabajaban" no se si la encontraré en algún súper ejecutivo, con una súper cuenta en el banco, cumpliendo con sus tareas.